El estrés impide cada vez más poder ser madres
Para nadie es un secreto el impacto del estrés en nuestra salud y en la fertilidad, a la vez que es difícil de trabajar y manejar.
Muchas veces la dificultad para manejarlo radica en habernos acostumbrado a los extremos blanco o negro. Si estoy estresada quiero no estarlo y quizá la clave está en intentar reconocer cuáles son los desencadenantes que me han llevado a esa situación. El estrés no se quita como como un pantalón que me aprieta.
El estrés juega un papel crucial en el comportamiento hormonal del ciclo menstrual de la mujer. Los niveles de cortisol (hormona del estrés) cuando nos levantamos por la mañana están altos, porque así los necesitamos para movernos, hacer nuestro trabajo y a medida que avanzan las horas esos valores de cortisol van disminuyendo, para así poder descansar por la noche.
¿Pero qué pasa si un día tras otro tengo estrés? Cuando la planificación que había hecho para mi día no se cumple, si las cosas no salen como yo quería, si vivo en una intranquilidad permanente, mi cortisol se queda corto y mi cuerpo tira de la progesterona para generar más cortisol; es decir, mis valores de progesterona bajan y, en consecuencia, como mecanismos de defensa del cuerpo, mis estrógenos suben en la primera fase del ciclo, por lo cual mis dos hormonas de la fertilidad se encuentran alteradas.
Sabiendo el papel que juega el estrés en las hormonas femeninas, la clave no está en estresarme por estar estresada o culpabilizarme porque tengo estrés, sino en trabajar la responsabilidad de nuestra salud y entender que somos mucho más que un cúmulo de genes y sistemas.